"Perdonar no significa por mi parte un gesto de debilidad sino una manifestación de mi libertad y fortaleza. Si no perdono, el otro sigue ejerciendo poder sobre mí. El perdón me libera de ese poder extraño porque el otro ya no es un adversario sino un individuo herido y perturbado, incapaz de obrar de otra manera." Cualquier persona sana aspira a vivir en paz consigo misma y con quienes la rodean. Sin embargo, la experiencia nos muestra que nadie da lo que no tiene: quien no está pacificado difícilmente puede transmitir paz y quien no se siente perdonado tampoco puede perdonar.Muchas veces nuestro peor enemigo está en nuestro interior. Por eso urge una propia reconciliación; reconciliación con nuestra historia, con nuestra familia, con el mal que nos ha ocasionado la sociedad o nuestro grupo, con nosotros mismos. Sólo así podemos perdonar. Pág - 126