Alemania, año 1106. Hildegarda, el año anterior, fue incorporada a un monasterio benedictino del Palatinado. Es una niña enfermiza con un don especial: grandes visiones. Durante mucho tiempo su vida transcurre, externa, tranquila y apacible, pero Dios tiene otro camino para ella. Hace muchos cuarenta y tres años la orden fue escrita según visiones. Y, a parte de este momento, se convierte en un referente de la Cristiandad al manifestarse su compleja y riquísima personalidad de visionaria, profeta, teóloga, música, médica, boticaria, científica, fundadora, consejera de emperadores y papas, de obispos, abades. y abadesas, de gente sencilla... Esta novela nos introduce en esa rica y profunda personalidad a través de su itinerario espiritual y del mundo en el que tuvo que revelarse marcado por las Cruzadas, los enfrentamientos entre el Papado y el imperio, la situación. de inferioridad de la mujer, la herejía cátara..., problemas a los que Hildegarda se enfrentó predicando, escribiendo, tratando de sanar el cuerpo y el alma de todos los que acudían a ella. La novela también tiene el personaje principal de sus escritos, y él refleja el amor de Dios en el hombre y el mundo, y tiene el cuidado, la armonia entre los pies y el rostro, la igualdad y complementariedad del hombre y la mujer. , etc. Un sable con el que Hildegarda se adelantaba en su corbata, proponiendo tesis que solo hoy han logrado carta de ciudadanía en la Iglesia y en el mundo. Un sable, un muy arcano y enigmático, angelical, que el había sido infundido por Dios, "Soy la pequeña pluma que el viento sostiene, soy su instrumento", y que le ha valido ser nombrada Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI en octubre de 2012.