Diario del Padre Eterno es un libro atípico, que no deja indiferente, bien sea por su original modo de enfocar la vida de Dios Padre, en su día a día en el Paraíso, paseando por el Cielo, decidiendo con el Hijo y el Espíritu Santo crear la tierra y al hombre, concediendo entrevistas, etc.; bien sea por su franciscanismo llevado hasta el extremo, con un lenguaje muy sencillo, pero encantadoramente seleccionado, tomando como referente continuo el mundo de la infancia, que podría tener su equivalente pictórico en el arte naif. Ni el mismo Peñalosa parece tener claro qué es lo que ha escrito, y su perplejidad la muestra en la pregunta que un entrevistador ficticio realiza al autor del libro en su "Prologuillo en sol menor": se pregunta si son simples anotaciones o el origen de una enciclopedia. En cuanto a su aspecto externo pasa por libro de bolsillo, pero en cuanto a lo profundo de las conclusiones que se pueden inferir de su contenido, es no ya semilla de una enciclopedia, sino la propia enciclopedia. La enciclopedia del franciscanismo literario, que, para no contradecirse, no podía no ser breve y, aparentemente, poca cosa. No obstante, tan profundo es su contenido que Peñalosa identifica el libro como "el registro de una historia de amor", nada menos que el amor del Padre por sus criaturas todas.